Son las 8:35 de la mañana y mientras espero a que M. Knight me haga una llamada perdida para bajar al portal y que me recoja para ir al trabajo, aprovecho para recalcar lo peligroso de asistir a congresos. Ya en su día comentaba en este post que congresear tiene sus peligros y que no es la pura vacación. El cambio de idioma, las bebidas espirituosas extranjeras o las mallas blancas, es algo que puede ser dañino para la salud mental. Pero... ¡¡¡mucho cuidado si el congreso es en nuestro querido vecino Portugal!!! Inofensivos a primera vista, ocultos tras ese hablar siseante hipnotizador, no, no señores, no se fíen de Portugal y mucho menos de sus autopistas...
El pasado martes, los Ángeles de Charlie, trío congresero por excelencia (léase Petete, la Marquesa de Quincarallas y yo misma), nos dirigíamos en mi coche a Guimaraes a una conferencia de jóvenes investigadores. El trayecto es corto y en hora y media ya estaríamos en destino de no ser por la "portuguesada" de turno.
¡¡¡Atropellamos una silla de playa en la autopista!!! Sí, han leído bien, una silla de playa plegada en el p... medio de la calzada. Yo ya sabía que nuestros queridos vecinos llevaban la parrilla en el maletero y cuando daba la una se echaban a la cuneta a preparar todo tipo de manjares a la plancha, pero de ahí a que se dejen la montura... Nos adelantaban constantemente por el carril de la izquierda, así que la única manera de esquivar la silla, sin frenar en seco y que el coche que circulaba justo detrás nos hiciese una "guarrería sexuarl", era pasar por encima dejando la silla entre las ruedas. Ajusté bien, justo por el medio, pero con tan mala suerte que la silla se enganchó en los bajos del coche haciendo un ruido tremendo y dejándonos aparcadas en el arcén. La protección inferior se rasgó, caía de un lado y un líquido, creemos que agua, goteaba sospechosamente por lo que decidimos llamar al seguro. Mientras estábamos a la espera de la grúa, llegaron los GNR (Guardia Nacional Republicana, que no Guns'N Roses) y una furgoneta de asistencia de la autopista que encendió todo tipo de luces para avisar del peligro. Tomaron todos los datos posibles y al rato llegó la grúa y el taxi que nos llevó de vuelta a casa. Tuvimos que repetir la ruta al día siguiente en el coche de Petete, pero tuvimos suerte y no encontramos ningún mueble o similar en el camino.
Hoy mismo recojo mi coche (con seguro a terceros, ay) del taller junto con una bonita factura de 170€ que remitiré con todo mi cariño a Brisa, que por mis tentáculos que se harán cargo, menuda soy yo cuando me pongo.
11 comentarios:
Mi querida Tocotó, ¡¡cómo me he reído leyendo el post...!!Nadie podría redactar mejor nuestra odisea!! Eso sí, que quede bien claro que me río ahora, pero ese día no me reí nada, ni yo ni las otras dos Ángeles de Charlie...Porque claro, las cosas se ven con otros ojos cuando ya están solucionadas..., pero en el momento donde se oían las tripas del coche de Tocotó (que por cierto, ella nunca lo ha dicho, pero se llaman igual...) ¡¡qué pánico!! No sabíamos si estaba con descomposición o simplemente había perdidos los bajos (como efectivamente fue).
La escena de ver a Tocotó con el chaleco fluorescente por encima de su camisetita de tirantes y sus bermudas, junto con mi posición a cuatro patas en el arcén para ver los bajos del coche, tampoco tienen desperdicio créanme...
Claro, que todo empezó a ser más llevadero cuando el taxista nos devolvió a casa, e intentando organizarnos para regresar al día siguiente, él mismo nos fijó la hora y el lugar en el que las tres debíamos de encontarnos a la mañana siguiente...Y digo yo: ¡qué más le daría al buen hombre...!! Eso sí, agradecidas quedamos.
La verdad es que visto ahora hace gracia. Pero es que atropellar una silla de playa es mucho... Es verdad lo del taxista, no caí en la cuenta, no sólo nos organizó el viaje de vuelta sino que además le hicimos caso. Bien mandadas que somos...
Bueno, bueno lo vuestro es auténtico, una silla de playa, permitirme que pasado el susto me ria jajaja es que es graciosillo :)
Lo siento por lo eurillos :(
Me he reído porque tiene un par de puntos buenísimos el post, pero también me he asustado un montón. Menos mal que no les pasó nada. Ya he visto yo cómo conducen los vecinos de península, aunque, por suerte, no iba al volante, y, como decía el del anuncio de los Judas, acojona, tronco, acojona. O, si no, que le cuente Dillinger è morto sobre la vaca volviendo de Ilha do Ermal.
Conducir por Portugal es una de las mayores temeridades concebibles. Que nadie se deje engañar por las autopistas: los hábitos de conducción de los portugueses sieguen deambulando por ignotos camiños de cabras donde impera la ley del más cipote. Y son más cipotes aún que los conductores vigheses o de Nápoles.
Por no hablar de los míticos adelantamientos dando luces...
¿Y el gallo portugués sin rechistar?
;)
Sólo comentar que, efectivamente, lo más probable es que te paguen la factura de reparación. Tu darás parte a tu compañía de seguros y ellos reclamarán a los responsables de la red de carreteras, que tienen la obligación de mantener la vía en condicioens y despejada de obstaculos, sobretodo guarda para aportar a tu aseguradora todos los datos y documentos (la factura, el atestado de la policía etc...), eso sí, no creo que la cosa vaya ligera, pero vamos, seguro que terminan pagándote.
Es verdad que los portugueses tienen mucho peligro al volante, pero lo de la silla ya es lo último... En cuanto al gallo de barcelos lo oímos cantar en el nuevo viaje que emprendimos al día siguiente tempranito por la mañana... Si hasta parecía que en medio del kikiriki se echaba unas risas el cabroncete.
Anónimo, muchas gracias por los ánimos. Yo soy optimista en cuanto a que me paguen pero no en cuanto al cuando... Esperemos que no tarden mucho, sobre todo porque la factura al final fue de unos estupendos 201€ ¡ahhh! Graciñas por la visita y bienvenido al blog.
ja ja ja. Es verdad que leído suena gracioso, pero vamos... una silla de rueda en plena autopista!!! Que fuerte!!
Yo paso todos los días por la A7 y ahí también se encuentra una cosas que son para alucinar.
Ladrillos, ruegas, tablones que se les debes de haber caido a algún camión (imagina a la velocidad que van siendo una autovía limitada entre 80 y 100 por su peligrosidad)
estamos apañaos!!
Besos.
Ah, la carreteras portuguesas. Las conozco bien, sobre todo la vieja y hermosa carretera que conduce a Sintra, al volante del Chevrolet, por la carretera desierta, al luar... en la mañana fría cubierta de bruma, como hoy mismo.
Me ha gustado este blog científico viajero que no conocía, hecho con desparpajo, chispa y verdad distraida.
Sin vuestro permiso os incluiré en mi "Huella en la hierba". para teneros más cerca del invierno.
¡Asesinas! Habéis matado a una silla de playa. ¿Que harán ahora sus hijitos los sillines de playa (los que se utilizan para apoyar la cabeza)? Ah, malvadas, vosotras preocupadas por los bajos (que no los enanos) del coche mientras una silla yacía en medio del asfalto.
Bromas aparte, conducir en Portugal (y sobre todo por la Brisa Portuguesa) es un suplicio. Que me lo digan a mí que la distancia entre mi coche y el que casi me hace una guarrería sexual era del grosor de un pelo. Estoy incluso pensando en hacer un blog: lasautopistasportuguesassonunpeligro.blogspot.com
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