En el post de las tutorías, tras comentarios varios, quedó claro que somos buenos profesores, o por lo menos preocupados por la formación de nuestros alumnos. Aun diría más, creo que los “cuidamos” demasiado bien, con un exceso de material adicional, boletines, resúmenes, “chuletas” oficiales, que incitan a un escaso uso de la bibliografía recomendada, muy útil por otra parte. Otra manera de demostrar que somos buenos es a la vista de las encuestas de evaluación docente, donde salimos bien parados y siempre por encima de la media del departamento, el centro y la universidad.
Pero para aquel que todavía no esté convencido ahí va un dato más que nos avala. En muchas ocasiones uno se harta de escuchar la famosa frase de “me suspendió” mucho más utilizada que la más correcta “suspendi”. Esto denota que los alumnos no se fían de nuestro sistema de corrección o bien, están convencidos que usamos el baremo más desfavorable posible a la hora de evaluarlos. Nada más lejos de la realidad…
Lo que voy a relatar ahora procede de una experiencia fomentada por una profesora con la que comparto asignatura. La idea en cuestión era pedirles a los alumnos que antes de entregar un examen, se autoevaluasen y anotasen la calificación que creían que se merecían en el mismo. Una vez entregaron el examen, éste se corrigió en detalle durante la hora siguiente. Tras explicar la solución se les pidió que se autoevaluasen de nuevo. Los resultados fueron los siguientes:
No había diferencias significativas entre la calificación que apuntaron en el examen y la que realmente obtuvieron. En cambio, sí que había diferencias significativas entre nuestra calificación y la que se otorgaron una vez resuelto el examen. En éste último caso, sus notas estaban significativamente por debajo de las que realmente obtuvieron.
Resumiendo, no somos tan malos como nos pintan, somos unos fenómenos haciendo contrastes para muestras relacionadas y no tenemos abuela ;-)
8 comentarios:
Ya me decía yo a mí misma siempre que nuestra profesión es bondadosa :)
Sí, nos pasamos de buenos. La prueba es que esta alumna ya lleva en su currículum dos dieces en mis asignaturas sin haber pisado las aulas. Según sus propias palabras, los apuntes y los ejercicios que damos resueltos son más que suficientes para estudiarse la asignatura tranquilamente en casa.
Pero ya sé lo que están pensando los lectores más malvados: ¿no será que somos tan malos docentes que a los que vienen habitualmente a clase acabamos haciéndoles difícil y confuso lo que en nuestros propios apuntes está clarísimo...?
Bueno, agradecería yo tener tanto material de apoyo y facilidades cuando estudié, y por cierto, no hace tanto tiempo de eso, no se vayan a pensar, pero de aquellas cada uno se buscaba la vida con la bibliografía que nos daban.
Yo me paso tanto de buena que aparte de darles ejercicios resueltos, apuntes resumidos, etc, me he molestado en escribir las principales fórmulas y proporcionárselas en el examen. Es decir, yo misma les he hecho una chuleta.
Estoy todavía en fase de corrección, pero por lo que he visto, los resultados son pésimos. Es completamente decepcionante. No sé cómo explicarlo. Se merecen que no les demos ayudas. En cualquier caso, no voy a adelantarme, les mantendré informados acerca de los resultados finales...
Pues sí, a mí me pasa lo mismo. Hoy hablaba con mis alumnos sobre otro que falta siempre y he dicho: "Ya no recuerdo si le aprobé". Se han sorprendido por la expresión, pero está claro que a alguien que ni pisa la clase y que no recuerdo que me sorprendiese con un examen bien hecho, si alguien le había aprobado, era yo. Luego, ellos han empezado a hablar de lo que habían sacado y a uno ya le he tenido que aclarar que le aprobé porque me sentí muy generosa.
Vaya Navaja, eso de ser generosa, me ha recordado la revisión de los exámenes que hicimos dos de las profesoras encargadas de la asignatura ayer durante tooooda la mañana. Cuando hablo de revisión, no me refiero a la habitual, sino al estudio exhaustivo que hacemos de los exámenes con una nota entre 4 y 5. Es fascinante las "rebajas" de nivel que hacemos para darles una alegría a estos alumnos. En ese caso la expresión correcta sería "me aprobaron" y no "aprobé"...
¡Que simpático el demoniejo!
Pues sí que es simpático sí, la verdad es que el dibujo se podría interpretar como la imagen que tienen los alumnos habitualmente de sus profesores (el demonio), frente a la que realemente nos define... ;-)
Bienvenido al blog, Guti.
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