
En una de las cenas en Navidad con mis amigas, éstas tuvieron la genial idea de recordar con detalle todos nuestros modelitos de Fin de Año de tiempos pasados. El primero que salió a la luz, porque no podía ser de otra forma, fue mi traje de terciopelo (además, terciopelo del de verdad, no se vayan a creer) con pantalones de campana, chaleco largo bordado y camisa con chorreras y mangas anchas que estrené aquella primera Nochevieja que pisaba la calle después de las uvas. Y es que mi madre, la pobre, que como casi todas las madres, lo da todo por su hija, se dejó la paga extraordinaria casi completa en mi primer traje de gala. Con la descripción del mismo, muchos lectores pueden pensar que rondo los cincuenta y largos años, porque el traje era setentero total (es más, en las fotos antiguas de casa nunca vi una chorrera tan grande como la que yo llevaba). Pero qué va!!, déjenme decirle, en especial a aquellos más jóvenes o que no lo recuerdan, que a principios de los 90, la campana en los pantalones y las camisas con este atractivo diseño volvieron a resurgir en todos los escaparates de las ciudades. No les sorprenderá entonces, que el traje viese la luz también en una boda y una comunión, porque de algún modo había que amortizarlo. Imagínense pues, esas fotos con la familia. No tienen desperdicio, créanme.
Las risas en la cena de la que les hablé al principio eran descomunales al pensar en cómo llevábamos con orgullo por las calles del pueblo nuestro particular diseño. Claro que, tampoco se quedaban atrás los zapatos de charol, con punta cuadrada y un tacón más raro qu

e un perro verde que llevé unos años más tardes en fechas similares. O el vestido de lentejuelitas por encima (y cuando digo encima es bastante encima) de la rodilla de otro año. En este caso (lo recuerdo perfectamente), cuando me lo probé en la boutique, me quedaba un poco largo, con lo cual, allí mismo me lo enviaron a la modista para adaptarlo a mi estatura. El problema fue, que a ésta se le fue la mano con la tijera y…, se pueden imaginar…Eso sí, mi madre no permitiría nunca que no lo estrenase después del dineral que de nuevo se había gastado en él. Aún reconociendo que algo corto había quedado, todavía la estoy oyendo:
“ si no enseñas pierna ahora, cuando la vas a enseñar?...Además, no es para tanto, se llevan así!!” ¿¿Qué no es para tanto…?!!!!, cada vez que veo las fotos me entra la duda de si llorar o reirme a pierna suelta. Menos mal que por ahora se me ha dado por esto último.
¿Ustedes se han parado a pensar en cómo de rápido cambian las modas? ¿Quién no…? Para eso muchas mentes pensantes se encargan de enviarnos catálogos a casa todos los años con cortes, colores y estampados lo más diferentes del año anterior posible. Y es que se trata de eso, de que la ropa del año pasado esté tal y como dice la palabra pasadísísíma.
Muchas veces, viendo lo monos y arreglados que vienen a clase mis alumnos me he acordado de mis pintas cuando tenía su edad. No puedo evitar compararnos. Y es que yo siempre lo digo: a mi generación, le ha tocado una época un tanto dificil en cuanto a modas. Porque, vamos a ver, díganme ¿a quién le pueden sentar bien unas macro-hombreras bajo cualquier tipo de prenda: vestidos, blusas y hasta camisetas de algodón!!?
Quería ver yo a mis alumnas, que me vienen a clase con sus camisetitas escotadas, de tirantes finos y ceñiditas, lo monas que estarían con una camisa floreada (cuanta más flor y colores mejor, además) y unas hombreras que quitaban parte de la visión lateral…, eh….Pues yo la llevé, sí señor, y mis amigas también. Y qué guapas íbamos…., hombre!! Ni se imaginan....
Por no nombrar la época en la que los pantalones (que por cierto llegaban a la altura de las axilas, casi) se debían de remangar (literalmente), “un poquito”, de forma que se viese el calcetín. Claro, y es que hoy en día, los calcetines no tienen ningún protagonismo, porque uno de los lemas de este siglo es que NO SE PUEDEN VER, pero de aquellas…., qué monada de calcetines que llevábamos!!!! Mi prima me recordaba el día de la cena, que los mejores eran los de rombos…y estoy de acuerdo, sí señor. Rombos que por cierto, vuelven a estar muy de moda…Tiemblen, jovencitos, tiemblen….
Insisto, que se lo proponga alguien a mis alumnas de hoy en día. Que me vienen con sus leggings, enseñando tobillo, y sus taconcitos de color a juego con la ropa y los complementos (de los cuales hablaré más tarde, que no me olvido de semejante cosa)…Yo lo intenté un día con una de mis primas universitarias, y máximo que conseguí, fue que me llamase hortera unas cuantas veces. Y lo hacía con ganas, además…, todo sea dicho.
Y es que de aquellas, había como dos tipos de prendas: las que utilizábamos para ir a la discoteca (que tampoco es que fuesen muy atractivas que se diga, pero algo más sí ) y las q

ue llevábamos a clases. Pero yo, hoy en día, a mis alumnas (y hablo en femenino, porque sobre todo se lo noto a ellas, pero no significa que no le afecte también a ellos) las veo con unos modelitos que poco se pueden diferenciar de lo que se ponen un sábado por la noche (¿o si?). A veces he pensado que podía dar la clase con música bacalao de fondo, para crear un ambiente como más acorde a su estilo. También he llegado a pensar, que en la actualidad, con lo caro que esta todo, el precio de la tela tuvo que subir muchísimo.
En cuanto a los zapatos, pues bueno, ahí, qué quieren que les diga, hay un poco de todo…, porque nunca había pensado yo en llevar bailarinas doradas, plateadas o con piel de leopardo o tigre, pero las llevo, claro que sí. Porque hay que adaptarse. Eso sí, por lo que no pasaré nunca, es por las “Art”. Me río yo de mis botas ortopédicas de pequeña.. ja!! Y yo que creía que eran brutitas…Mi madre se peleaba conmigo cada invierno a la hora de comprarlas. Porque me llevaba a la zapatería y allí había botas y zapatos preciosos para niños, pero yo no, yo tenía que llevar los de siempre que me horrorizaban…, y todo por caminar con los pies hacia adentro. Si llega ser hoy en día, me compraba unas “Art” y ala!! A ver quien me ganaba a moderna… Eso sí, creo que lo ideal es que estén llenas de mierda para que luzcan…, al menos yo no he visto nunca unas limpias…(quizás ya vengan así de fábrica).
Aparte quedan los complementos. Hoy en día, ellos con sus pulseras Viceroy o Lotus de plata, las de goma con fines benéficos que no son tales, pero queda muy bien o las estilo surfero que dan un toque como muy “chic”. (Pocos practican surf, pero creo que se liga mucho con los complementos asociados a tal deporte. Si aún encima te pones unas mechitas rubias, ya tienes el éxito garantizado). Ellas, con sus collares de perlas de plástico a juego con la pulsera y pendientes, sus relojes modernos de correas de colores o también la modalidad de multitud de pulseras diferentes de colores que puso a la moda la siempre joven Paulina Rubio. He de decir, que a mi me encantan esos complementos de plástico, y de hecho también tengo unos cuantos, todo sea dicho. Eso sí, hacen un ruído al escribir las pulseritas… pero ¿a quién importa la comodidad…? Faltaría más. En muchos exámenes se las quitan y las ponen al lado de la calculadora, que también da un toque como muy intelectual…
En mi época universitaria recuerdo las pulseras de cuero sencillas de los hippies, que bueno, bajo ningún concepto pasarán de moda…asíque ahí no estamos en demasiada desventaja, pero…¿alguien se había olvidado de los chinitos de la suerte? Eh…¿?, y de los collares con el nombre colgado que llevábamos al cuello cual perritos con amo despistado…Una amiga mía dejó de ponerlo cuando se dio cuenta de que ligaba menos porque los chicos, que utilizaban como excusa para acercase, el preguntarte el nombre, ya no lo podían hacer. Y era cierto, eso fue un fracaso para el amor!!! Si hiciésemos una estadística, estoy segura que en aquella época el porcentaje de relaciones que afloraban era menor ;).
Y bien, es obvio que no me puedo ir sin hablar de los peinados. Ni acordarme quiero de aquella Nochevieja (ya que hemos empezado con esa fecha vamos a seguir, porque la verdad es que dan mucho juego) en la que se me ocurrió ir a la Peluquería (fue el único Fin de Año que fui, por cierto, pero como para volver…). Tenía el pelo largo y quería hacerme esa especie de rizos grandes tan favorecedores y que tanto se llevaban. Bueno, pues allá me presento como unas seis horas antes de medianoche. Las peluqueras (porque a falta de una eran dos las que enredaban en mi cabellera) no hacían más que ponerme rulos, y echarme “sprays” que nunca llegué a saber para qué servían, porque ese es otro tema, la de porquerías que le echan a una en el pelo en las peluquerías es que no tiene semejante. Luego me pusieron bajo un gran secador de pie, que me achicharraba las ideas y las orejas y cada poco tiempo, me sacaban de allí para volver a rociar mi pelo. “Es que tienes un pelo tan fuerte, que si no le echamos cosas no te va a aguantar el rizo…” Que no iba a aguantar que?!! Si me costó más sacarlos que a un dentista una muela del juício….El caso, es que como les contaba, con tanto producto, me enredaron el pelo de tal forma, que por allí no pasaba un peine ni de goma. Qué digo de goma?!Allí no entraba ni un rayo láser... Vamos, que horrorosa era poco. Eso sí, una vez más haciendo caso al tema monetario (porque la pela es la pela) y de tiempo, en casa me prohibieron lavarme la cabeza al llegar, con lo cual allá me fui yo con esos pelos a la gran fiesta. Menos mal que de noche todos los gatos son pardos…
Esto era un peinado de fiesta, lo demás tonterías…Claro que, los peinados de la época (los no

rmales, vamos, los de diario) tampoco tenían desperdicio: de aquellas se llevaba el gran tupé!!! Sin comentarios, la verdad. Con la risa que me da apenas puedo escribir bien, porque menuda pinta…Yo tengo una especie de remolino en el comienzo de la frente y claro, me quedaba genial el tupé. Luego también se llevaba aquella especie de macro flequillo que se cortaba desde la mitad de la cabeza, con lo cual, todo el pelo se caía hacia delante. Aquello no era un flequillo, sino más bien una especie de cortina. He de confesar que una prima mía se lo cortó, y como tenía el pelo rizo, lo que le quedó fue lo más parecido a un nido de cigüeña que podais pensar. Todos le llamábamos así, pero a ella nunca acabó de gustarle... (por cierto, aclarar que la de la foto no es mi prima...).
Ahora no, ahora los peinados son diferentes. Unos cortes de pelo “estilosos”, con flequillos que nacen donde tienen que hacerlo y el pelo en capas que siempre da más glamour…Los chicos con sus melenas hiper cuidadas (aunque…, ¿es cosa mía, o yo diría que cada vez hay menos melenudos?)…,y es que los de mi época, con perdón, que se decidían a llevar el pelo largo lo llevaban como yo el día aquel de Fin de Año que les conté…!!!!
En fin, que si me pongo puedo escribir hasta aburrirlos, y no quiero, de verdad. Pero es que lo de la moda da para mucho. Es uno de mis temas preferidos. No puedo evitar reirme cada vez que veo fotos pasadas y, como les dije a mis amigas en la cena que dio pie a este post (por cierto, para ellas, y para mis alumnos va dedicado) en unos años, nos estaremos partiendo al ver las fotos con sus vestidos setenteros y mi jersey de listas azules y color plata que llevamos a tal comilona. No lo duden, es así...