El primer día. Nuestro primer blog. Una pena que no sea la primera entrada, pero a Michael Knight no le gana nadie en rapidez. Al grano, voy a estrenarme en esta tarea relatando mi primer día, pero... ¿no éramos profesores?¿a qué viene esto? no se trata del primer día del EGB (ya vamos viejos), sino del preciso momento en el que te estrenas impartiendo clase en la Universidad.
El primer día revolucionó por completo el sistema simpático de ésta que os escribe, es más, los nervios me provocan una especie de gastroenteritis que ni un mes de dieta de all-bran y eso que no tenía pensado empezar con las clases propiamente dichas, sólo sería presentarme, dar el programa y listo, pero aun así… Recuerdo que nada más llegar a la puerta del aula, la mayoría de los alumnos estaban fuera, hablando de las vacaciones, criticando a los nuevos profesores… y con el cigarro de rigor (por aquel entonces, no existían los espacios sin humo en las facultades…). Me decidí a entrar en el aula, mi juventud no logró convencer a los alumnos de que era la profesora, por lo que la reacción en cuanto me puse a borrar la pizarra, que SIEMPRE está autobiografiada por el profesor anterior, su reacción se dividió entre los que se aventuraron a entrar con un poco de desconfianza y los que me miraban con desprecio desde la puerta del aula como si fuese la típica alumna pelotillera… Cuando ves que no se animan a entrar en el aula tienes dos opciones, o invitarles a hacerlo o cerrarles la puerta en las narices, pero… es el primer día y no te animas a ser tan brusca, opté por avisarles, la primera impresión es la que cuenta, aunque no dure en el tiempo…
Ya estás en el aula encima de una tarima de gran altura mientras, los alumnos, allá abajo te miran con detalle a la vez que murmuran cosas del estilo: “¿y ésta quién es?”, “¿pero está asignatura no la daba fulano? con él se aprobaba fácil”, “estos profes jóvenes son los peores…”. Cuando te parece que el murmullo cesa y que tu voz se oirá claramente por encima de la suya, comienzas con la presentación, tu boca se abre y dices tu nombre medio temblándote la voz como si no estuvieses seguro del orden de tus apellidos. El miedo se va perdiendo y acto seguido te dispones a exponer el programa de una asignatura que pretendes que parezca interesante, aunque ellos en dos semanas la identificarán con el mismísimo demonio y lo explicas en ¡¡¡10 minutos!!! Pero ¿qué persona en su sano juicio explica un programa en 10 minutos? Y yo os contestaría: una con el efecto all-bran… Finalmente, siguiendo el guión, imprescindible por otra parte, les fijas el horario de tutorías y te despides hasta el próximo día.
Al final han sido 20 minutos escasos de sudores estilo Camacho y a los alumnos les queda una hora y media libre para tomar el café, jugar al mus, fumar el cigarrito y pensar en qué profesor vendrá en la siguiente clase y que, por favor, sea novato para poder continuar la partida cuando acabe la presentación.
Hoy en día, me sigue afectando aunque en menor medida, el primer día de clase y supongo que seguirá siendo así, no me importa, va con la persona el ser así y hasta creo que le he cogido el gusto a esa sensación. Os animo a que comentéis como ha sido vuestro primer día en la Universidad, tanto profesores como alumnos.
"Como verás tampoco fuí a que me regalaras la nota. Si hay cualquier posibilidad por pequeña que sea de no fastidiarme las 3 únicas semanas de vacaciones que tengo te lo agradecería. Llámese un trabajo, otra prueba, hacer la vista gorda.... "
30.9.06
29.9.06
La Vista Gorda
"Como verás tampoco fuí a que me regalaras la nota. Si hay cualquier posibilidad por pequeña que sea de no fastiarme las 3 únicas semanas de vacaciones que tengo te lo agradecería. Llámase un trabajo, otra prueba, hacer la vista gorda.... "
Suscribirse a:
Entradas (Atom)